De defectos y otras cosas.


En un tiempo creí en eso de "El hubiera no existe. Atrévete a ir por lo que te gusta. Que el miedo no te detenga. Si no te lanzas, nunca sabrás"... Y sí, fué divertido. No puedo arrepentirme de no haberlo intentado. Puedo decir que no me quedé con las ganas y ni con el "hubiera"... Solo que ese 'hubiera' se torna de diferente manera.


Descubrirse sus propios defectos (sin miramientos) es duro. Cuesta trabajo aceptarlos y mucho más trabajarlos. Eso me creó algo de estrés en estos días. Estaba tan acelerada que me puse más tareas sin atender otras. Y todo termina por tronar.

Me tope con mi lado nefasto, con mis defectos y traté de "manejarlos". Uno de ellos es precisamente esa urgencia por no quedarme con el "hubiera", mas otros tantos a la cuenta, que prefiero reservarme y de los cuáles no estoy nada orgullosa pero humildemente los reconozco.

Sí, es cierto que "el hubiera", no existe. Pero no puedes andar en la vida viviendo con tanta urgencia, aventándote sin meditar, creyendo que de eso se trata todo. Ahora veo que hay un equilibrio hasta para eso. Hay cosas que solas llegan, otras hay que ir por ellas y otras más que se debe tener paciencia y que si no llegan es por algo. El chiste radica en darle su peso real, no el que uno quiere darle.

Veo que me abalancé en muchas cosas. No me arrepiento. Pero me doy cuenta que viví muy pronto muchas cosas. Unas no por gusto ni por elección, pero otras, la mayoría, sí por atrevida.

Afortunadamente nada de que arrepentirme. Bueno, quizá una, pero aún no estoy tan segura de que haya sido por mí (tengo el presentimiento que más bien me quisieron vender la idea de que fuí yo la responsable) y al parecer dí a tiempo.

Debo confesar de que siempre he sentido (creído) en la existencia de un ángel a mi lado: llámese de la guarda, llámese nahual, como sea. Lo siento desde siempre, desde pequeña. Y podría hasta comprobarlo... si se dejara. El caso es que siempre ha estado y vaya que me ha salvado!... pero también me ha dado mis jalones de oreja. Y tan bien me conoce que esos jalones de oreja los da directo a mi orgullo.

Justo cuando más desorientada me encuentro es cuando llegan esos jalones. Como este fin de semana.

Tan acelerada estaba que me metí a nadar otra vez. Resultado: más estrés en mi rutina diaria: corre aquí, corre allá, corre a nadar, corre de regreso.
Pensé que eso me relajaría. Sí... pero no.

Mi mente lo que necesitaba era más bien un "slowdown". No más acelere.

Y como podría parar a la desesperadita?... Un golpe.
Eso me caló. Porque el horno no está como para los bollos.

Nada grave para mi persona, más que eso; el orgullo. Y definitivamente un apretón más para mi monedero, que no podría estar más apretado.

Todo por acelerada.

Así es como me dice "hey!, a ver si ya le bajas", porque de otra forma no lo veo. No tengo quién me de réplica.

Para algunas personas puede parecer absurdo y no encontrarle la menor conexión. Pero así me suele pasar. Y todo por evitar enfrentar mis ruidos internos.

Me topé de golpe (literal) con eso que no quería darle importancia o que no sabía como enfrentar.

Nunca se deja de crecer. Y menos de aprender. Tendría que ser uno demasiado arrogante para decir que ya lo sabes todo o que ya no tienes nada que aprender y ruego a ese ángel nunca me deje caer en eso.


Y a pesar de la cruda verdad, aún con todo, fueron benévolos conmigo y me regalaron un momento de delicia: un concierto de música de lluvia al acostarme.






Foto: Mara BGtz
Praha

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