En el 5to piso

 Llegar a los 50's no ha sido tarea fácil.

Menos cuando pensabas que ya ibas encaminada a una vida esperada, con pareja, planes en conjunto, crecimiento familiar y personal... Y PUF!, todo se va al carajo. Te separas, te sacan de tu casa, no tienes un trabajo fijo, eres aún mamá 24x7 de un niño de 6 años, sin vehículo porque lo vendiste para pagar deudas de casa... y tienes que empezar de ceros y tampoco está fácil porque ya no eres rentable para un empleador, tu crío no tiene dónde quedarse mientras trabajas y te consigues un trabajo remoto pero barato, obvio no te alcanza porque prefieres que su papá alcance a pagar la buena escuela en la que está y mientras, con lo que ganas pagas renta, servicios y alcanzas a estirar para comida, olvídate de vacaciones!... Eso te llega a desesperar y piensas en buscar lo que sea para ganar más... pero tienes que cubrir un horario donde tu crío queda volando porque no hay quién lo cuide.

Todo lo que pensabas que ya estaba en su lugar, que iba encaminado, que la tarea era la mejora... pues siempre no. Y tienes que soltar y tienes que resolver con lo que cuentas y estar sana y equilibrada y fuerte y amorosa y proteger y guiar... cuando no sabes ni por dónde ir. Sola. 

Y sientes esa pesadez, aparecen los cambios de ánimo, de energía: llegó la Meno. Pero no puedes enfermarte! Y no tienes para ir al médico, entonces de queda al menos ejercitarte para mantenerte ágil y sana, comer nutritivo (con lo que te alcance), diversificar los paseos para tu crío.

Y además te dicen que tienes que estar bien, que tienes que ser fuerte... cosas que ya sabes y que como puedes vas haciendo!.

Y en un abrir y cerrar de ojos ya no eres joven, tienes que retocar el tinte más frecuentemente, no sabes si dejarte las canas o seguirlo pintando, la piel de tu cara ya empieza a ceder, comienzan a caer las mejillas, tu agilidad se vuelve más lenta aunque sigas ejercitándote... Y lo que creías iba a ser una madurez acompañada, se convierte en un planeación solitaria.

Sí, madurar es para valientes. Hay quienes prefieren no poner atención. Y hay los que vamos abrazándola porque hasta eso hay que amar.