Educando antes y ahora
Recuerdo cuando siendo una adolescente llegaba a la farmacia a comprar un paquete de toallas sanitarias y la persona del mostrador me preguntaba si deseaba que me lo envolviera, como si fuera algo que se tuviera que esconder, como si fuera algo vergonzoso o que se debiera ocultar por estar en tu periodo, siendo que TODAS las mujeres sangramos. En mi caso nunca lo pedía y aún así lo hacían. Cosa que me parecía más incómoda que el mismo hecho de estar menstruando y tener que ir a comprar con mega cólico unas toallas sanitarias; como si fuera algo pecaminoso!.
Igualmente la primera vez que utilicé tampones, entre mis 16 o 17 años, en una salida al mar con los amigos y para mi suerte estar en mi periodo justamente los días que nos íbamos. Fue el gran suceso entre las amigas: para ellas perdía mi virginidad!. Por más que les explicaba que eso sucedía al tener relaciones sexuales, no hubo modo de hacerles comprender. Simplemente yo ya no era virgen porque estaba usando tampones.
Ya no se diga comprar condones! Incluso en esos tiempos (mucho después y la verdad no sé si todavía) en la farmacia local más concurrida (que lleva por nombre la ciudad donde vivimos), no los encontrabas porque simplemente no los vendían. "Vaiga" ser, eda?...
Habrá sido mi educación donde no existía ese tipo de tabús, será la ciudad donde me crié contra la ideología familiar, habrá sido mi grupo de amistades con mentalidad católica apostólica y romana llena de prejuicios, la falta de información de sus familias, quizá un compendio de todo junto lo que generaba un halo de rareza con la que me veían y de alguna manera se me etiquetaba.
Celebro que a mis hijos no les toque eso! Incluso que en la escuela se les hable a temprana edad cosas tan naturales y normales, ya sin ese dejo de tabú ni de pena. Muy al contrario, con todo el respeto y cuidado con el que siempre debería ser, valorando las diferencias y abrazándolas, donde fuera de casa se les dice a las cosas como son y por su nombre. Donde mi hija puede hablar de su mejor método anticonceptivo y mi hijo pre-adolescente sabe que todas las mujeres sangramos una vez al mes y hasta sufrimos de cambios de humor y que se debe respetar y acompañar en esos momentos en lugar de enjuiciar y señalar.
Amo que haya concordancia y libertad, pero sobre todo me encanta que los jóvenes ya no compren los miedos con los que sus papás crecieron y se permitan cuestionar.
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