El día en que me convertí en mi madre
Mi madre era una señora muy ocupada. Trabajaba desde temprano hasta tarde. Salía a dar clases, las más tempranas que podrían ser desde las 7 a.m. hasta la última hora, que podría terminar a las 9 p.m. Aveces apenas si comía. Llegaba cansada de tantas clases y del camión. Nosotras éramos dos adolescentes y una pequeña de primaria, así que ser estudiantes y "tutoras" de la pequeña se sumaba a lo típico de la edad. Dudas, soledad, incomprensión, enamoramientos exacerbados... No teníamos una mamá con quién platicar del primer contacto visual con el chico que nos gustaba, o de la dona que dejamos caer sobre él para conocerlo. Todo era cumplir en casa, con la hermana pequeña e intentar no perder el corazón o la razón. Mi madre no tenía tiempo o fuerzas para preguntarnos por nuestros sentimientos. Solo nos exigía o dejaba instrucciones para la comida del día siguiente. Si platicábamos era para informarle sobre la escuela o de lo que había hecho la pequeña. Si pedíamos algún...